Panza - Nada es rosa: Ya lo dije cuando comenté Infanticidio y lo vuelvo a repetir: Panza me devolvió las esperanzas de que aún en el rock se podía hacer algo interesante, que no todo son descerebrados gangosos invocando a kioskeros, clones de clones de clones de las neuronas muertas de los Stones o pseudoadolescentes andróginos que animan fiestitas infantiles, que hay alguien que compone sabiendo la diferencia entre mantener un estilo y autoplagiarse en busca de otro hit.
Nada es rosa es el tercer álbum de Panza (o cuarto, si contamos el EP El marajá de San Telmo) y los muestra más coherentes y experimentados, pese a haber sido grabado en medio de un cambio de integrantes (el bajo dejó de estar a cargo de Javier González y pasó a manos de Franco Barroso). Lo que ya se intuía en sus anteriores trabajos acá comienza a consolidarse en un estilo propio y bien definido, una cruza de rock pesado y pop nada amable, que te obliga a prestar atención y que difícilmente puedas soportar como "música de fondo": o dejás todo lo que estás haciendo y escuchás o mejor cambiá de disco porque te va a poner los nervios de punta. Y eso es bueno, muy bueno.
En Nada es rosa Panza ha ganado en densidad y contundencia: el trabajo de guitarras de Sergio Alvarez está mucho más focalizado y no se pierde en excesos de virtuosismo, Pablo Contursi logra con la batería algo que hoy se ha convertido en una rareza, que ésta sea un instrumento más de la banda y no sólo un metrónomo con tambores y la voz de Mariana Bianchini suena cada vez mejor, si es que tal cosa es posible.
Las letras, todas a cargo de Bianchini, también han mejorado y aportan grandemente a la coherencia del disco, ya que hay muchas obsesiones y preocupaciones que aparecen de tema en tema, sin por eso caer en la repetición y la falta de inspiración. Y el gran tema de Nada es rosa es el estereotipo de lo femenino y la ruptura con lo que la sociedad (¿la familia?) esperaba de ella como mujer. Sin embargo, no son letras feministas, no hay ninguna intención proselitista o colectivista en la poética de Bianchini, son letras desde la propia angustia, desde el propio dolor. Son las palabras de la muñequita mutilada y sangrante de la contratapa (una ilustración de Mariana Contursi que Bianchini hace real -y más feliz- en la foto del interior de caudernillo) que de repente deja de escuchar y quiere hablar pero sólo puede gritar. Los 13 temas que incluye Nada es rosa son todos destacables (en serio). En este momento elegiría para mencionar Moscas (un lento que se va poniendo cada vez más denso), la impresionante declaración de principios con aires de zamba arábiga que es DNI, la sofisticada rítmica de No hay banda y el par "de temática social" que integran Entropía y Argentina. Una mención aparte merece la versión de Detectives de Charly García, mucho más densa y lenta, en la que la voz de Mariana comienza en un tono aniñado que va creciendo en desesperación hasta que los últimos "Tengo un revólver en el bolso y lo pienso usar" cobran un significado escalofriante y le da la dimensión real de lo terrible que narra la letra (cosa que no pasaba en la versión original de Fabiana Cantilo). O sea, resumiendo, otro gran disco de Panza, que los muestra creciendo mucho y que hace que uno conjeture que los próximos pueden ser incluso aún mejores. Ojalá, insisto, la tentación de salir en la tapa de la Rolling Stone o en una premiación de MTV no los haga abandonar sus principios. Ojalá.

Saurio